FILOSOFIA OCCIDENTAL Y SABIDURÍA ORIENTAL : UN ENCUENTRO POSIBLE
Este blog quiere reflexionar sobre la interacción entre la filosofia occidental y la sabiduría china.
miércoles, 16 de febrero de 2022
jueves, 2 de diciembre de 2021
VIVIR EXISTIENDO : LA SEGUNDA VIDA
Escrito por Luis Roca Jusmet
François Jullien constata que en China, cuando se aborda la
cuestión de la buena vida, no se plantea en términos de felicidad, que es un
concepto que en esta cultura ni siquiera se contempla. No se parte tampoco ni
de una concepción dualista ni por la pregunta por el sentido de la vida. Es
algo más inmanente, ya que de lo que se trata es de lo que ellos llaman nutrir la vida, ir a lo más básico, a las raíces vitales donde no hay diferencia
entre lo corporal y lo espiritual. Se trata de alimentar y de hacer circular el
principio vital ( qi) y evitar las obstrucciones, que están en el origen de las
enfermedades . Hay que liberarse de la preocupación por la vida, a la que no
hay que forzar ni controlar, ya que es un proceso global y dinámico que hay que
facilitar desde la espontaneidad. No es que tengamos un cuerpo, es que cuerpo, es decir un proceso estructurado de energía . Hay
múltiples términos chinos, nos dice Jullien,
para hablar de este cuerpo : xing ( que sería la forma actual), ti ( el
ser constituido), qi ( el aliento y la energía), el shen ( la mente espíritu).
Todos son matices de la misma realidad corporal
en una concepción unitaria que es orgánica y funcional.. Hay que buscar
la larga vida, que para ellos está ligada a la buena vida : fluida, flexible,
abierta, sin bloqueos. Vivir es como un proceso de maduración en el que hay que
orientar bien la energía, sin dispersarse ni malgastarla.. La noción griega
europea de felicidad , ausente de la sabiduría china, implica fijación y
finalidad, mientras que lo que hace el
sabio chino es desarrollar de manera natural, sin objetivo, las propias
capacidades. Es el resultado no buscado el que cuenta, la consecución natural
de una actitud sabia frente a la vida ( Jullien, 2007), que consiste en ir hacia la armonía,
que es un equilibrio dinámico autorregulado. El pensamiento chino es
fundamentalmente estratégico , pero con una concepción de la eficacia basada en
la idea de transformación a partir de una acción indirecta y oblicua Jullien,
2009). No debemos forzar, ni controlar,
hay que seguir la propensión de las cosas, aprovechar su potencial, facilitando
la orientación más favorable. No hay elección dramática, sino solo
una adaptación al curso de las cosas de las que nosotros formamos parte
buscando la energía potencial de cada situación. Se trata de obtener mucho efecto con poco esfuerzo, de
adaptarse a las circunstancias recogiendo lo mejor para nosotros, facilitando
lo que nos es favorable. No hay un plan
establecido porque lo que hay que hacer es estar alerta a lo que va pasando,
evaluando las fuerzas que entran en juego. Si hay que actuar hay que hacerlo lo
más pronto posible, antes que el proceso se estructure, modificar lo blando
antes que se vuelva rígido.. La racionalidad china se establece sobre la base de la relación
entre condición y consecuencia, mientras que la occidental lo hace entre medios
y fines,en términos de cálculo y de éxito o fracaso, de victoria o derrota. En
el lado griego, origen del europeo, el estratega es como un piloto de barco que
navega en alta mar para llegar a su destino venciendo las amenazas imprevistas
: es la epopeya y lo heroico en una narración dramatizada. En la lógica china
todo es condicional y complejo y nosotros formamos parte de un proceso que nunca se cierra, que
siempre está abierto a nuevas combinaciones. Al mismo tiempo es importante
también la idea del vacío necesario : no hay que llenar nada del todo ni
llenarlo todo : hay que dejar siempre, un margen, un espacio vacío. La referencia china es la agricultura y las
estaciones, que son un tiempo cualitativo. No hay que tirar de las plantas para
que crezcan más rápido, hay que facilitar su crecimiento separando todo lo que
traba su desarrollo Importa la eficacia de la inmanencia, que es la de
adaptarse a los procesos, no el de trascenderlos para imponer un objetivo. Hay
que intentar vencer sin enfrentarse, prevenir el conflicto antes de que
aparezca.
Con la sabiduría china, se capta la vida como
un proceso que madura, dando una consecuencia, que es la buena cosecha. Jullien
trata específicamente en un libro el tema del tiempo como elemento de una
filosofía de vida (2001). En la lengua china no hay tiempos verbales, el ser es
siempre un ser en fase y la noción
básica es la de duración. El tema del tiempo vuelve a ser retomado en su libro
sobre las transformaciones silenciosas (2009), que plantea que el cambio no es
lo que se manifiesta cuando hay una ruptura aparente, sino que es la
consecuencia cambio lento que provoca un giro sutil, casi imperceptible y que
puede llegar incluso a invertir la situación.. Lo que hay es una emergencia
visible de un largo proceso invisible. La misma relación causa/efecto se diluye
en este planteamiento, ya que hay que referirse a la duración y a lo global,
con todos los factores condicionantes, para entender lo que pasa. El
envejecimiento no es ni decadencia ni degradación sino un elemento más del
proceso del vivir. La muerte no es una ruptura sino una consecuencia más de la vida, no hay ni
drama cristiano ni tragedia griega, ni tan solo la melancólica heroicidad del
romanticismo.Lo que importa no es lo extraordinario del acontecimiento nuevo,
sino la persistencia de lo ordinario. Es como las estaciones, que se
transforman las unas en las otras sin un
límite estricto que señale su separación.
El sabio chino no tiene ideas ( 2001) porque sabe que cualquier visión
es parcial y lo que quiere es estar abierto al conjunto y no distorsionarlo con
prejuicios...
En el año 2016 Jullien publicó su trabajo Vivir existiendo. Una nueva ética (
Jullien, 2018). En este ensayo el filósofo conducirá todo lo que ha aprendido
en su diálogo con China a una propuesta ética de transformación de sí que
implica un trabajo interno que consiste en establecer una distancia con
respecto a lo que llama nuestra superficie de adherencia, aquello más primario
a lo que estamos adheridos. Se trata de tener la capacidad de decidir sobre
aquello a lo que investimos de afecto, de deseo. La libertad es, en cierta
manera, la capacidad de romper estos automatismos tan primarios. de soltar
amarras. pero también la de investir de una manera ligera, sin dependencias, lo
que que puede alimentarnos. Está también la
necesidad de resistir, entendiendo de manera dialéctica el valor de la
negación que abre el camino de lo posible. Evitar estancarse, empantanarse en
la inercia, en la rutina.. Aquí aprendemos a captar tanto el giro que conduce
al estancamiento como el que nos sacará de él. Esto se da, la mayoría de las
veces en el marco de las transformaciones silenciosas.( Jullien, 2010). Pero a
veces parece aparecer como una ruptura, sea como principio y como fin, lo cual
no deja de ser una ilusión porque el inicio
es también resultado de un proceso del que emerge, al igual que el final
lo es de algo que se va deshaciendo. Vivir significa el duro deseo de durar y
existir es transformarlo en potencia vital. Para ello hay que des-coincidir con
uno mismo[1], no
identificarse con una autoimagen. la duración se mantiene por su proceso
continuado de renovación, de actualización de la energía. Des-coincidir quiere
decir no identificarse, no fijarse, mantener el espíritu abierto. Ciertamente,
que hay que vivir en el aquí y el ahora, lo
que no quiere decir entenderlo como hacerlo en el instante sino vivirlo
como un proceso, ya que nuestro presente es este paso permanente del futuro a
pasado. Vivir en la inmanencia de este mundo, de este todo del que formamos
parte, que se verifica directamente en la experiencia y el aprendizaje que
resulta de ella..
François Jullien continúa esta
conceptualización en “Una segunda vida”
(Jullien, 2017).Hay que dar un paso de la vida a la existencia y este paso lo
llama “una segunda vida”. El punto de
partida es inmanentista : solo tenemos una vida, de la que no hay recambio, de
la que no podemos salir y volver a entrar. Tampoco es el resultado del acto
voluntarista de una reinvención, es la consecuencia de una maduración, de la
transformación silenciosa a que nos aboca la propia experiencia. De la lucidez
que vamos adquiriendo con la elaboración de lo vivido, que nos aparta de las
ilusiones, del trabajo continuado sobre uno mismo. No es resultado
espontáneo de la vejez, sino el giro que
adquirimos de esta voluntad de “vivir existiendo”. La segunda vida viene a ser
el buen ”invierno” de nuestra vida si nos hemos preparado para ello. Todo
ello concluye en lo que llama la
“verdadera vida”.
[1] El tema
de las des-coincidencia es fundamental en esta etapa de Jullien. A él
está dedicado su libro Dé-coincidence.
D´où viennent l´art et l'existence ( Jullien, 2017)
domingo, 11 de abril de 2021
miércoles, 3 de febrero de 2021
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