jueves, 2 de diciembre de 2021

VIVIR EXISTIENDO : LA SEGUNDA VIDA

 


Escrito por Luis Roca Jusmet

François Jullien constata que en China, cuando se aborda la cuestión de la buena vida, no se plantea en términos de felicidad, que es un concepto que en esta cultura ni siquiera se contempla. No se parte tampoco ni de una concepción dualista ni por la pregunta por el sentido de la vida. Es algo más inmanente, ya que de lo que se trata es de lo que ellos llaman  nutrir la vida,  ir a lo más básico,  a las raíces vitales donde no hay diferencia entre lo corporal y lo espiritual. Se trata de alimentar y de hacer circular el principio vital ( qi) y evitar las obstrucciones, que están en el origen de las enfermedades . Hay que liberarse de la preocupación por la vida, a la que no hay que forzar ni controlar, ya que es un proceso global y dinámico que hay que facilitar desde la espontaneidad. No es que tengamos un cuerpo, es que  cuerpo, es decir  un proceso estructurado de energía . Hay múltiples términos chinos, nos dice Jullien,  para hablar de este cuerpo : xing ( que sería la forma actual), ti ( el ser constituido), qi ( el aliento y la energía), el shen ( la mente espíritu). Todos son matices de la misma realidad corporal  en una concepción unitaria que es orgánica y funcional.. Hay que buscar la larga vida, que para ellos está ligada a la buena vida : fluida, flexible, abierta, sin bloqueos. Vivir es como un proceso de maduración en el que hay que orientar bien la energía, sin dispersarse ni malgastarla.. La noción griega europea de felicidad , ausente de la sabiduría china, implica fijación y finalidad, mientras que lo que hace  el sabio chino es desarrollar de manera natural, sin objetivo, las propias capacidades. Es el resultado no buscado el que cuenta, la consecución natural de una actitud sabia frente a la vida ( Jullien,   2007), que consiste en ir hacia la armonía, que es un equilibrio dinámico autorregulado. El pensamiento chino es fundamentalmente estratégico , pero con una concepción de la eficacia basada en la idea de transformación a partir de una acción indirecta y oblicua Jullien, 2009). No debemos forzar,  ni controlar, hay que seguir la propensión de las cosas, aprovechar su potencial, facilitando la orientación más favorable. No hay elección dramática,  sino solo  una adaptación al curso de las cosas de las que nosotros formamos parte buscando la energía potencial de cada situación. Se trata de  obtener mucho efecto con poco esfuerzo, de adaptarse a las circunstancias recogiendo lo mejor para nosotros, facilitando lo que nos  es favorable. No hay un plan establecido porque lo que hay que hacer es estar alerta a lo que va pasando, evaluando las fuerzas que entran en juego. Si hay que actuar hay que hacerlo lo más pronto posible, antes que el proceso se estructure, modificar lo blando antes que se vuelva rígido.. La racionalidad china  se establece sobre la base de la relación entre condición y consecuencia, mientras que la occidental lo hace entre medios y fines,en términos de cálculo y de éxito o fracaso, de victoria o derrota. En el lado griego, origen del europeo, el estratega es como un piloto de barco que navega en alta mar para llegar a su destino venciendo las amenazas imprevistas : es la epopeya y lo heroico en una narración dramatizada. En la lógica china todo es condicional y complejo y nosotros formamos  parte de un proceso que nunca se cierra, que siempre está abierto a nuevas combinaciones. Al mismo tiempo es importante también la idea del vacío necesario : no hay que llenar nada del todo ni llenarlo todo : hay que dejar siempre, un margen, un espacio vacío.  La referencia china es la agricultura y las estaciones, que son un tiempo cualitativo. No hay que tirar de las plantas para que crezcan más rápido, hay que facilitar su crecimiento separando todo lo que traba su desarrollo Importa la eficacia de la inmanencia, que es la de adaptarse a los procesos, no el de trascenderlos para imponer un objetivo. Hay que intentar vencer sin enfrentarse, prevenir el conflicto antes de que aparezca.  Con la sabiduría china, se capta la vida como un proceso que madura, dando una consecuencia, que es la buena cosecha. Jullien trata específicamente en un libro el tema del tiempo como elemento de una filosofía de vida (2001). En la lengua china no hay tiempos verbales, el ser es siempre un ser en fase y la  noción básica es la de duración. El tema del tiempo vuelve a ser retomado en su libro sobre las transformaciones silenciosas (2009), que plantea que el cambio no es lo que se manifiesta cuando hay una ruptura aparente, sino que es la consecuencia cambio lento que provoca un giro sutil, casi imperceptible y que puede llegar incluso a invertir la situación.. Lo que hay es una emergencia visible de un largo proceso invisible. La misma relación causa/efecto se diluye en este planteamiento, ya que hay que referirse a la duración y a lo global, con todos los factores condicionantes, para entender lo que pasa. El envejecimiento no es ni decadencia ni degradación sino un elemento más del proceso del vivir. La muerte no es una ruptura sino  una consecuencia más de la vida, no hay ni drama cristiano ni tragedia griega, ni tan solo la melancólica heroicidad del romanticismo.Lo que importa no es lo extraordinario del acontecimiento nuevo, sino la persistencia de lo ordinario. Es como las estaciones, que se transforman las unas en las otras  sin un límite estricto que señale su separación.  El sabio chino no tiene ideas ( 2001) porque sabe que cualquier visión es parcial y lo que quiere es estar abierto al conjunto y no distorsionarlo con prejuicios...

 En el año 2016 Jullien publicó su trabajo Vivir existiendo. Una nueva ética ( Jullien, 2018). En este ensayo el filósofo conducirá todo lo que ha aprendido en su diálogo con China a una propuesta ética de transformación de sí que implica un trabajo interno que consiste en establecer una distancia con respecto a lo que llama nuestra superficie de adherencia, aquello más primario a lo que estamos adheridos. Se trata de tener la capacidad de decidir sobre aquello a lo que investimos de afecto, de deseo. La libertad es, en cierta manera, la capacidad de romper estos automatismos tan primarios. de soltar amarras. pero también la de investir de una manera ligera, sin dependencias, lo que que puede alimentarnos. Está también la  necesidad de resistir, entendiendo de manera dialéctica el valor de la negación que abre el camino de lo posible. Evitar estancarse, empantanarse en la inercia, en la rutina.. Aquí aprendemos a captar tanto el giro que conduce al estancamiento como el que nos sacará de él. Esto se da, la mayoría de las veces en el marco de las transformaciones silenciosas.( Jullien, 2010). Pero a veces parece aparecer como una ruptura, sea como principio y como fin, lo cual no deja de ser una ilusión porque el inicio  es también resultado de un proceso del que emerge, al igual que el final lo es de algo que se va deshaciendo. Vivir significa el duro deseo de durar y existir es transformarlo en potencia vital. Para ello hay que des-coincidir con uno mismo[1], no identificarse con una autoimagen. la duración se mantiene por su proceso continuado de renovación, de actualización de la energía. Des-coincidir quiere decir no identificarse, no fijarse, mantener el espíritu abierto. Ciertamente, que hay que vivir en el aquí y el ahora, lo  que no quiere decir entenderlo como hacerlo en el instante sino vivirlo como un proceso, ya que nuestro presente es este paso permanente del futuro a pasado. Vivir en la inmanencia de este mundo, de este todo del que formamos parte, que se verifica directamente en la experiencia y el aprendizaje que resulta de ella..

 François Jullien continúa esta conceptualización en  “Una segunda vida” (Jullien, 2017).Hay que dar un paso de la vida a la existencia y este paso lo llama “una segunda vida”.  El punto de partida es inmanentista : solo tenemos una vida, de la que no hay recambio, de la que no podemos salir y volver a entrar. Tampoco es el resultado del acto voluntarista de una reinvención, es la consecuencia de una maduración, de la transformación silenciosa a que nos aboca la propia experiencia. De la lucidez que vamos adquiriendo con la elaboración de lo vivido, que nos aparta de las ilusiones, del trabajo continuado sobre uno mismo. No es resultado espontáneo  de la vejez, sino el giro que adquirimos de esta voluntad de “vivir existiendo”. La segunda vida viene a ser el buen ”invierno” de nuestra vida si nos hemos preparado para ello. Todo ello  concluye en lo que llama la “verdadera vida”.



[1] El tema  de las des-coincidencia es fundamental en esta etapa de Jullien. A él está dedicado su libro Dé-coincidence. D´où viennent l´art et l'existence ( Jullien, 2017)