jueves, 21 de enero de 2021

FRANÇOIS JULLIEN : LA CHINA Y NOSOTROS

Escrito por Luis Roca Jusmet

 François Jullien, filósofo y sinólogo francés nacido el año 1951 , considera que no existe propiamente una filosofía china, a no ser la influenciada por Occidente. Considera que China siguió un camino del pensar diferente del de Grecia. China potencia el sabio, es decir el que sabe, y Grecia el filósofo, el que desde la ignorancia quiere saber. Grecia se plantea el problema de la verdad y el de la justicia y de aquí surgirá la vía filosófica. China en cambio, no se formula ninguna de estas preguntas. Legitima el saber, la moral y la política establecida.
Confucio, es el que adquiere el papel de fundador del linaje de la tradición y de la sabiduría. Ni es la palabra que da sentido ( Biblia) ni tampoco el discurso que conceptualiza y construye una lógica ( filosofía). François Jullien considera que cuando en China se aborda la cuestión de la buena vida no se plantea en términos de felicidad, que es un concepto que en esta cultura ni siquiera se contempla. No se parte tampoco de una concepción dualista del ser humano, ni hay una pregunta por el sentido de la existencia. De lo que se trata es de lo que ellos llaman nutrir la vida. Esta expresión máxima la encontramos en el sabio taoísta Zhuangzi, ir a lo más básico, a lo más primitivo, a lo más esencial, a las raíces vitales donde no hay diferencia entre lo corporal y lo espiritual.Tampoco plantea que hayan niveles de vida jerárquicamente establecidos , ya que todo forma parte de la misma unidad, a la que podríamos llamar la vitalidad orgánica. Se trata de alimentar y de hacer circular el principio vital ( qi) y evitar las obstrucciones, origen de las enfermedades ( aquí hace un paralelismo con la fijación que describen los psicoanalistas como fuente de las neurosis). Hay que liberarse de la preocupación por la vida, a la que no hay que forzar ni controlar, ya que es una proceso global y dinámico del que hay que facilitar su espontaneidad. No tenemos un cuerpo : somos nuestro cuerpo, que no es otra cosa que un proceso estructurado de energía . Hay múltiples términos chinos, nos dice Jullien, para hablar de este cuerpo : xing ( que sería la forma actual), ti ( el ser constituido), qi ( el aliento y la energía), el shen ( la mente espíritu). Todos son matices de la misma realidad corporal en una concepción unitaria que es orgánica y funcional. Hay que buscar la larga vida, que para ellos está ligada a la buena vida : fluida, flexible, abierta. Vivir es como un proceso de maduración en el que hay que orientar bien la energía, sin dispersarla ni malgastarla : facilitar una circulación sin bloqueo. La noción griega europea de felicidad , ausente de la sabiduría china, implica fijación y finalidad, mientras que lo que hace el sabio chino es desarrollar de manera natural, sin objetivo, las propias capacidades. Es el resultado no buscado el que cuenta, la consecución natural de una actitud sabia frente a la vida. Jullien señala la influencia de estas concepciones en el mundo globalizado : la importancia de la higiene, de la salud ( la dieta, los productos naturales) la gestión de la propia vida, la facilitación de los procesos sin controlarlos ni forzarlos. Pero es una influencia banalizada que la transforma en una versión degradada. El sentido originario es que se trata de sostener un equilibrio dinámico, autorregulado: esto es la armonía. Nos lo dice Zhuangzi : hay que vivir relajadamente y sin perder el centro. La alquimia china no es otra cosa que la idea de que hay forjar lo sutil a partir de lo grosero. Se necesita para ello un trabajo interno profundo, que no es intelectual sino práctico, para eliminar las obstrucciones las y tensiones de todo tipo.Aquí vuelve a hacer una analogía con el psicoanálisis : este vaciarse viene a ser como la purga de los afectos, la catársis que libera los bloqueos emocionales. 
 No hay, en la perspectiva china, contraposición entre naturaleza y cultura, tal como la formulan los griegos y sobre todo los europeos ( a excepción de filósofos como Spinoza ).
 El pensamiento chino es, por otra parte, fundamentalmente estratégico. Pero hay que entender la estrategia de una manera diferente de como la planteamos en Europa. En China, una estrategia es eficaz bajo dos supuestos : o como conjunción con la moral o como puro ejercicio del poder. La primera opción es la que defiende la tradición de los realistas ( con muchos puntos en común con la tradición confucionista, a la que pertenece Mencio, cuyos textos son la base de la reflexión de Jullien sobre moral china) y la segunda opción es la de los mal llamados legistas ( porque no defienden el respeto a la ley sino la sumisión a la autoridad del poder). Pero siempre hay en la concepción china de la eficacia ( de la estrategia) una serie de elementos comunes que surgen básicamente de la idea de transformación a partir de una acción indirecta ( wu wei) que produce efectos directos. Hay un proceso continuo regulado por una lógica cuya coherencia hay que descubrir, que implica una maduración que hay que respetar. No debemos forzar no controlar, hay que seguir la propensión de las cosas, aprovechar su potencial, facilitando la orientación más favorable. 
 Este planteamiento no se base en ninguna de las dualidades que establecemos los  occidentales : teoría/ práctica, fines/ medios, modelo/ aplicación, objetivos/ planes. No se basa en una teoría de la decisión ni de la elección. Se trata solo de la adaptación al curso de las cosas de las que nosotros formamos parte. Las ideas básicas de la estrategia china son el la de unos términos chinos que podríamos traducir como el de potencial y el de la configuración. Hay que buscar la energía potencial de cada situación y obtener el máximo efecto con el mínimo esfuerzo, hay que adaptarse a las circunstancias recogiendo lo mejor para nosotro. Facilitando lo que es favorable al provecho propio (  poder) o al de los otros ( moral). No hay un plan establecido porque hay que estar alerta a lo que va pasando, evaluando las fuerzas que entran en juego. Hay que dejarse llevar por los procesos en los que no encontramos, pero hay que hacerlo de una manera activa, configurándolas a medida que nos adaptamos a ellas. Es necesario explotar así el potencial implícito de una situación determinada. El arte de gobernar consiste en hacer de forma invisible que los demás confluyan naturalmente hacia la posición que buscamos. Si hay que actuar hay que hacerlo lo más rápido posible, antes que el proceso se estructure. Se trata de modificar lo blando antes que se vuelva rígido. 
 Podemos contraponer a partir de aquí la racionalidad china a la racionalidad europea. La primera se establece sobre la base de la relación entre condición consecuencias, mientras que la segunda es entre medios y fines. En el primer caso buscamos siempre las condiciones más favorables y recogemos lo más provechoso. El segundo se plantea en término de cálculo, de éxito o fracaso, de victoria o derrota. En el lado griego, origen del europeo, el estratega es como un piloto de barco que navega en alta mar para llegar a su destino venciendo las amenazas imprevistas : es la epopeya y lo heroico que aparece , desde los griegos, en una narración dramatizada. En la lógica china, en cambio, todo es condicionado y complejo, ya que
 nosotros formamos parte de un proceso que nunca se cierra, que siempre está abierto a nuevas combinaciones. La lógica greco-europea de la eficacia se basa totalmente en la acción, mientras que para los chinos muchas veces es mejor no actuar y ellos mismos diluyen a menudo la diferencia entre actuar y no actuar. En muchas ocasiones es mejor no intervenir. El sabio es un motor inmóvil, no tiene que actuar para obtener unos resultados, debe dejar muchas veces que los procesos sigan su curso. Es estratega debe generar las condiciones para que las cosas pasen de la mejor manera posible, concebir una propensión en la que ya no sea necesario obrar. El buen estratega es el que capta el cambio antes de que se manifieste, el que es capaz de captar en lo invisible lo que será visible y actúa en consecuencia. En todo caso es mejor prevenir que pasar a la acción. Pero no sólo por el desgaste que supone, sino por las consecuencias que implica desde el punto de vista de la eficacia. Otra idea importante es la del vacío necesario, que quiere decir que no hay que llenar nada del todo,  ni pretender llenarlo todo; hay que dejar siempre, un margen, un espacio vacío. El ejemplo es la agricultura, el crecimiento de las plantas: no hay que tirar de las plantas para que crezcan más rápido. El agricultor sabe que hay que facilitar su crecimiento, separando todo lo que traba su desarrollo,  acompañar el proceso, no abandonarlo al azar. Importa la eficacia de la inmanencia, que es la de adaptarse a los procesos, no el de trascenderlos para imponer un objetivo. El estratega no manifiesta nunca su fisura y espera pacientemente a que el otro manifieste la suya: esta es la ocasión del ataque. Hay que intentar vencer sin enfrentarse, prevenir el conflicto antes de que aparezca. 
 

FRANÇOIS JULLIEN : FUNDAR LA MORAL. DIÁLOGO DE MENCIO CON UN FILÓSOFO DE LA ILUSTRACIÓN



Escrito por Luis Roca Jusmet

El año 1995 François Jullien escribe un libro titulado "Fundar la moral : Diálogo de Mencio con un filósofo de la ilustración". Lo que pretende con este libro es replantear el tema de la legitimidad de la moral desde sí misma, tal como se plantea en Europa en el siglo XVIII, una vez que queda claro que no hay fundamentación religiosa ni metafísica posible. Pero Jullien excluye explícitamente la legitimidad utilitarista, que es justamente una de las opciones que se presentan, que es la de David Hume ( al que ni siquiera cita, pero que creo que tiene algunas afinidades con este pensamiento chino). Jullien elige a Rousseau y a Kant porque son los autores que le permiten contrastarlo con el pensador chino seleccionado, Mencio, en la línea que le interesa. Digo contrastarlo y no compararlo, porque Jullien dice explícitamente que no quiere señalar semejanzas y diferencias, sino que cada modo de pensar nos permita desconstruir el otro. Aunque también señala la afinidad entre Sócrates y Confucio cuando inician la reflexión sobre la conducta humana. Esta línea es la de la dignidad. Entender la moral como una práctica que dignifica al ser humano, que lo humaniza, que le permite desarrollar su naturaleza. Ir desde los planteamientos de los ilustrados dando un rodeo hasta Mencio para volver a las preguntas y a las reflexiones filosóficas sobre la legitimdad de la moral. Mencio puede ayudarnos, dice Jullien, con la distancia que nos separa de él, para desenredar la cuestión. 
 Mencio parte de lo que nos resulta insoportable. Me llama la atención que justamente recoja esta noción que tomó como referencia Michel Foucault. Para Mencio lo que resulta insoportable es el sufrimiento ajeno. Y partiendo de este sentimiento natural lo extenderá hacia la moralidad. El sentimiento de piedad también está presente en Rousseau ( como más tarde en Schopenhauer). Mencio recoge el término de Confucio:  Humanidad ( ren) como virtud. Pero a partir de aquí Mencio nos recuerda este lazo con la vida, con al comunidad de existencia. La moral sale naturalmente de la interacción humana. En Mencio no hay, como en la tradición judeocristiana, un pecado original. Incluso Rousseau parece compartir esta base cuando habla de la miseria humana. Para China el no seguir esta humanidad se vive más como vergüenza delante de los otros que como culpa delante de uno mismo, ya que no parten de una idea fuerte de sujeto o de yo ni de conciencia moral interna. En China no se parte de un juicio negativo, como en la citada tradición judeocristiana o incluso, en otro sentido, en el budismo.
 Mencio parte de una predisposición natural a esta piedad. Pero, al igual que la lengua, lo que es innato es la capacidad, que necesita de una aprendizaje posterior para desarrollarse. Es curioso que es el lo mismo que planteará Mill en el siglo XIX. Jullien descarta el utilitarismo de una manera superficial, cuando podría sacar provecho a los planteamientos de Hume y de Mill, pero esto es otra cuestión. En todo caso es interesante ver que para Mencio la moral no es ni una cuestión normativa, ni de principios ni de seguir un ideal. Es simplemente seguir la propia naturaleza humana, desplegar la propia humanidad, asumir la propia responsabilidad. Jullien señala, de todas maneras, que la idea, también presente en Mencio, de aprendizaje y perfeccionamiento moral, no encaja del todo en este planteamiento.
 Mencio se contrapone a Rousseau y a Kant en la medida que no contempla ni la idea de voluntad ni de libertad, muy centrada en la acción. Mencio, en cambio, habla de la conducta, de lo que hacemos. Para él existe lo que hacemos como proceso, sin entrar en las motivaciones. Aquí queda la cuestión nuevamente de porqué uno desarrolla la potencialidad moral y no otro no.Pero es una pregunta que Mencio no se hace porque para él todo lo que ocurre es resultado de una interacción de condicionantes. Aquí podríamos relacionar a Mencio con un filósofo que Jullien no cita, que es Spinoza.  Tampoco Mencio está de acuerdo con Kant en que la ley moral sea una opción opuesta a la ley natural.  Para Mencio la moral y la sabiduría son opciones que convergen en el sabio.Mientras que para Kant  la sabiduría es el saber práctico que conduce a la felicidad y la moral se basa en el deber, en un imperativo categórico basado en los principios que hemos elegido. 
 En todo caso la convergencia de Kant y de Mencio está en que ambos convergen en que lo que nos da la moral es dignidad y que esto en lo mejor del ser humano. En cierta forma el Camino del Cielo viene a ser, para Mencio, el incondicionado absoluto de Kant. Es la plenitud que nos transforma y que transforma. El sabio, que es natural, se confunde con la autorregulación de las cosas.

FRANÇOIS JULLIEN : TRATADO DE LA EFICACIA

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Escrito por Luis Roca Jusmet

 François Jullien intentar captar los elementos específicos de la manera como el pensamiento tradicional chino entiende la eficacia, comparándolos con los que vienen de la tradición occidental, que se inicia en Grecia y continua en Europa. Esto lo plasma en un libro que publica el año 1996, "Tratado de la eficacia", que continúa la reflexión de un libro anterior, titulado "la propensión de las cosas". Jullien se basa en una serie de textos clásicos, como el "Arte de la guerra" de Sun Zi o incluso el "Dadejing" de Lao Zi. 
 Se trata de entender la eficacia en función de una determinada concepción estratégica. Hay dos elementos que señala de la tradición occidental. El primero es el de la relación medios-fines. la estrategia es vista como un plan para ejecutar una serie de pasos para llegar un dterminado objetivo, que siempre es un modelo o un ideal a imitar o un objetivo a conseguir. El otro elemento es la presencia de elementos de epopeya, que subordinan la eficacia a actos de carácter heroico. Destaca siempre la acción humana. 
 La concepción estratégica y de eficacia se subordina en China a la idea de propensión de las cosas, a la existencia de cursos naturales sobre los que no hay que intervenir forzándolos. Todo sigue un proceso de maduración, autorregulado y contínuo, basada en la interacción de las fuerzas constitutivas, el yin y el yang.  
 La idea básica es la del potencial que surge en un momento-ocasión (shi) a partir de la configuración de una determinada situación (xing). Siempre buscando la eficacia de un provecho. Pero las variaciones existen y hay que tener disponibilidad para adaptarse a los cambios. El estratega, es decir el sabio, busca un efecto, una consecuencia. para ello hay que detectar todos los factores que intervienen y sus transformaciones, las fuerzas antes de que aparezcan. El sabio debe prevenir y esperar, entendiendo los procesos y su maduración. 
 La noción de wu wei (no acción) es muy importante. No se trata de no actuar en sentido literal, sino de una manera de actuar. "No hacer nada sin que nada quede por hacerse" es la paradoja que define el wu wei. Se trata de evitar normas innecesarias, reducir las obligaciones y las prohibiciones. No se trata de hacer lo correcto sino lo adecuado. Sin forzar pero tampoco sin abandonar, facilitándolo. Olvidarse de lo heroico, que siempre es vano e ineficaz. Hay que obrar con astucia en cada situación, no llevar las cosas al límite. Ser radical nunca es bueno porque puede tener como consecuencia su contrario. Hay que buscar los dispositivos adecuados para transformar lo que ocurre y no confiar en la acción.  
 El agua es la metáfora del estratega, del sabio, que viene a ser lo mismo. El que es eficaz no por lo que hace sino por la manera como se adapta al terreno, al canal por donde circula. Ir fluyendo, como el agua, de manera inagotable. Lo inagotable es el fondo latente de las cosas, donde se disuelven y quedan indeferenciadas. Es el vacío como contrario a lo pleno : yin y yang, opuestos y complementarios. No hay que olvidar que esta noción china (xu) no se corresponde con un vacío metafísico.
 estas son, en definitiva, las claves que nos da Jullien para entender la idea china de eficacia.
  

FRANÇOIS JULLIEN : UN SABIO NO TIENE IDEAS

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Escrito por Luis Roca Jusmet
  
  François Jullien escribe el año 1998 su libro "un sabio no tiene ideas." El hilo conductor del libro se basa en la diferencia entre filósofo y sabio, que son los significantes que expresan los dos caminos paralelos seguidos por Grecia-Europa por un lado y China por otro. Como siempre Jullien insiste en que no se trata de comparar, porque esto implicaría un marco común desde el que hacerlo. Se trata de ir a China desde la filosofía para desconstruir ideas china y desde estas ideas chinas cuestionar nuestras conceptualizaciones filosóficas y ver nuevos horizontes para nuestras preguntas. En sentido más general, cuando vamos a China y entendemos las líneas de fuerza de su pensamiento al volver entendemos mejor las nuestras. 
 El sabio chino no tiene ideas porque las ideas nos condicionan y nos llevan a una posición parcial. No tiene un proyecto ni quiere tenerlo.La sabiduría no tiene historia, al contrario que la filosofía, que se identifica con su historia. La sabiduría progresa, la filosofía cambia. El sabio no tiene imperativos, ha de estar disponible. Confucio es, ciertamente normativo, pero su manera de entender las normas es totalmente diferente de como la entendemos en nuestra tradición. Las normas son las pautas reguladoras que van orientando en los procesos buscando el equilibrio, el "justo medio". Pero este "justo medio" no es lo intermedio sino lo necesario en cada momento. El término adecuado es el de 
vía. El sabio no habla de la via, aunque todo lo que hace conduce a ella. Otra cosa es el confucionismo, que convierte la via en principios y elabora a partir de aquí una ortodoxia. 
 la filosofía "concibe", la sabiduría "atraviesa". La primera suprime las diferencias sistematizando y orientándose hacia un modelo ; la segunda las enlaza aceptando lo variable y adaptándose a las transformaciones. 
 La sabiduría se mueve por evidencias, por la simplicidad y la proximidad, por poner de manifiesto lo que es familiar pero está oculto, lo inmanente. No busca lo oculto ni se mueve en lo enigmático. El filósofo construye una teoría, mientras que el sabio realiza la vía. El sabio se mueve en el terreno de lo común mientras que el filósofo lo hace en la excepcionalidad. El sabio vive como los otros, aunque de otra manera, mientras que el filósofo parece aspirar a otra vida. El filósofo habla y argumenta, mientra que el sabio no necesita hablar, lo evita, ni argumenta lo que hace. El sabio no dialoga. 
Hemos de olvidar la idea de que la sabiduría está en la infancia de la filosofía. En realidad China descartó el camino de la filosofía, que habían planteado los moistas ( seguidores de Mozi) y que no tuvo éxito frente a la tradición taoista y confucioniana. La filosofía contrapone su verdad a la opinión, mientras que el sabio es indiferente a las opiniones. El filósofo defiende la verdad frente a la falsedad y el sabio plantea la visión global frente a la parcial. El sabio debe estar abierto y disponible, no debe elegir porque si lo hace empieza a excluir. El sabio no se mueve en disyuntivas. Debe entender todos los procesos en curso. 
 El término clave es disponibilidad, que es una disposición abierta, en la que todo juicio previo se considera un prejuicio. La mente se vacía y las cosas se relativizan, sin caer en un relativismo ni en un escepticismo. Se vuelve un maestro de la percepción. ve siempre lo que ha que hacer. El filósofo, en cambio, problematiza, se arriesga saltando al vacío. Dos caminos diferentes.

EL DEBATE ENTRE FRANÇOIS JULLIEN Y JEAN FRANÇOIS BILLETER


JEAN-FRANÇOIS BILLETER : CONTRA FRANÇOIS JULLIEN

Escrito por Luis Roca Jusmet

   En su libro Contre François Jullien ( Editions Allia, 2007) Jean-François Billeter formula una serie de críticas muy precisas al filósofo francés. En primer lugar el de utilizar, cuando habla de China. de una falsa identidad cultural. Hablar de China y de los chinos significa, para él, dar a entender que hay una esencia inmutable que pertenece de manera intemporal a todo el colectivo. Implica negar. por consecuencia, la historicidad de China y la heterogeneidad de los chinos. Lo más grave, continua Billeter, es que esta supuesta identidad se establece políticamente a partir de la ideología imperial.Billeter considera que esta fascinación de Jullien y de sus seguidores se debe a que el elitismo republicano de la intelectualidad francesa comulga bien con el de los letrados del Imperio. Jullien contribuye así a dar una justificación académica a este Mito del Otro ( de la Alteridad) que hemos heredado de los jesuitas, ocultando su significado político. Se presenta como natural lo que forma parte de un orden social donde unos ganan y otros muchos pierden: esta es la función ideológica del saber dominante, ocultar las relaciones de domino contingentes para no tener la opción de cambiarlas. Lo que no nos explica Jullien, continúa Billeter,  es la diferencia de posiciones entre los chinos a partir de la decadencia del Imperio, desde los inicios del siglo XX. Unos cuestionan totalmente la tradición, como los comunistas. En el otro extremos los tradicionalistas defienden el retorno a las raíces. En medio de unos y otros están los críticos que defienden la libertada individual y la democracia y los que quieren defender una identidad china diferente de Occidente pero abierto a él. El debate es complejo y las posiciones , en muchos casos, ambiguas. 
 Para Billeter Lao Zi y Zhuangzi, considerados ambos taoístas y que para Jullien formarían parte de este pensar chino global, tienen planteamientos totalmente diferentes. Mientras el primero defiende las formas invisibles de poder y la sumisión del pueblo el segundo es un rebelde, un crítico con el sistema. El budismo es la corriente más crítica con las jerarquías sociales. El confucionismo, en cambio, es incompatible con la democracia. Jullien elude, también, la cuestión problemática de la democracia en China.
 Para Billeter no hay que preguntarse, como dice Jullien, porqué la monarquía es para China el único sistema político posible. Es un hecho objetivo, por el contrario, que no todos los chinos lo han defendido, ya que algunos de ellos han visto la necesidad de una primacía de la autonomía del individuo, de su capacidad de autodeterminación y de las libertades políticas. Justamente estos son ignorados por Jullien, que se inspira en filósofos chinos que no cita ni critica para reconstruir el Mito del Otro. Se uniformiza así artificialmente el discurso chino y el europeo para plantearlos como dos caminos homogéneos del pensar. Se elimina las disidencias, los conflictos y la heterogeneidad interna. Jullien niega la experiencia común de la filosofía, propia de cualquier humano que quiere construir una práctica ética e intelectual singular. No hay diálogo entre Jullien y los pensadores chinos actuales, ya que no le interesan sus debates sino construir un discurso artificial, ficticio al servicio de la restauración ideológica china.
 Jullien se defiende de la crítica anterior diciendo que no es un sinólogo sino un filósofo. China es para él un pretexto para la reflexión filosófica. Va al camino del pensar más ajeno para experimentarlo y volver luego sobre el propio. Pero el problema, dice Billeter, es que Jullien no puede salir de su pensar europeo, ni tan solo de un discurso cerrado del pensamiento francés, que para Billeter está ligado a Foucault y a Deleuze. Lo que así hace es presentar desde su óptica textos acabados y cerrados, sin aclararlos, ni comentarlos, ni situados en su contexto. Lo que ocurre es que no hay la supuesta confrontación entre dos maneras de pensar sino un monólogo de un pensador francés que utiliza unos conceptos supuestamente chinos de la manera que más le interesa. Aquí ya es cuestionable la traducción francesa única que realiza de los caracteres chino. Se genera entonces una retórica confusa que crea una ilusión filosófica de falsa profundidad. Confunde lo que pensamos con lo que decimos sin acabar de entenderlo, Si no hay una experiencia común, entonces no hay diálogo posible. 
 El método que defiende Billeter es buscar la unidad de la experiencia humana, entender a partir de lo particular lo común, que es la palabra y la razón, compartida por todos los humanos. Lo que llamamos la filosofía.

EN DEFENSA DE FRANÇOIS JULLIEN

Escrito por Luis Roca Jusmet

La crítica de Billeter levanta todo un movimiento en  defensa de Jullien que acaba cristalizando en un libro colectivo llamado Pour François Jullien. El libro es interesante por varias cuestiones.  
 La primera es para conocer el impacto de la filosofía de François Jullien dentro y fuera de Francia. Este dentro de Francia incluye mienbros de su misma generación (Bruno Latour) o de generaciones anteriores como Alain Badiou o  Paul Ricouer. En esta obra colectiva participan pensadores alemanes ( Wolfang Kubin) y estadounidenses ( Ramona Naddaff). Pero sobre todo destaca la presencia de dos filósofos chinos ( Lin Chi-Ming y Du Xiaozhen).
La segunda es comprobar como el trabajo de Jullien abre la filosofía al diálogo con múltiples disciplinas, como la sociología ( Philippe d'Iribarne), la lingüística comparada ( Philippe Jousset), la historia ( León Vandermeersch) y el psicoanálisis ( Jean Allouch). Me parece que es una magnífica expresión de lo que podemos llamar una concepción híbrida de la filosofía.
¿ Es justa la crítica de Billeter a Jullien ? No lo es, lo cual no quiere decir que no haya elementos valiosos en ella. En estos escritos apologético de Jullien, en el que algunos más interesantes que otros, comparten el error de descalificar a Billeter. Me parece un error.
 Vayamos a la crítica en cuestión. Por un lado la crítica es interesante y la suscribiría en su crítica a la trampa de plantear China como una identidad cultural. En este sentido podemos aprender de la crítica de Billeter para matizar lo que dice Jullien. Pero me parece que la posición de Billeter es excesivamente hipercrítica y nos coloca en el falso dilema de estar a favor o en contra de Jullien. François Jullien tiene un valor funadamental en el panorama filosófico actual que hay que reconocerle. Su trabajo filosófico de nociones chinas que, aunque no sean tan homegéneas como nos presenta el filósofo francés existen y son dominantes en la tradición china, es muy interesante. Los trabajos de Jullien son filosóficamente fecundos y nos posibilita una reflexión renovada en un panorama poco creativo.